3.16.2010

La respuesta...

Con el deseo de terminar aquello que se empezó, me gustaría continuar con el tema.

Ya hemos platicado que los miedos tienen sus fundamentos en las incertezas, en todo aquello que desconocemos. Y que, por lamentable que suene, podemos admitir que vivimos en un mundo de incertezas, donde nada de lo que hacemos o dejamos de hacer nos garantiza tan siquiera un respiro más.

Un cigarro nos puede ayudar a pensar mejor. El fumar es una actividad que acompaña muy bien los momentos de reflexión.

¿Qué opción nos queda entonces ante un porvenir tan desilucionante y aterrador? ¿Un escenario que nos reduce a contarnos segundo a segundo? ¿Un paisaje limitado a nuestras propias narices?

Realmente no creo que haya esperanza... esperanza... creo que la esperanza es lo único que podemos guardar.

Aquel sentimiento que nos invita a creer e imaginar que lo que no hemos visto, es posible. Algunos le llamarán fe, otros dirán que es un idealismo, incluso podríamos ser acusados de ilusos e insesatos. Es ese mismo sentimiento que me ha cambiado mi seño fruncido a una leve sonrisa: creo que se puede creer...

Quién me podría detener si estoy convencido que puedo volar y me tirará de un edificio. Quién se atrevería a negarle el sueño a un joven de convertirse en presidente. Quién le arrebataría la sensación a un hambriento que su actual comida es un manjar de manjares. Probablemente la realidad me mostraría lo contrario, pero en mi mente, en mi corazón y en mi alma existe...la posibilidad.

Antes de hacer, debemos creer.

Hagámonos una pregunta: En qué creo? Ahora cerremos los ojos y permitámonos soñar...

Creo que no existe algo más grande que Dios...
Creo que el amor todo lo puede...
Creo que se puede soñar con los ojos abiertos...
Creo que soy tan bello y tan hermoso como cada persona que ha dicho "Te amo"...
Creo que puedo ser feliz cada vez que sonrio...
Creo que como mínimo puedo sonreir una vez al día...
Creo que una sonrisa traerá consigo mil sonrisas más...
Creo que mi país es el mejor país del mundo...
Creo que mi tierra es sagrada y bendita...
Creo que voy a cambiar al mundo...
Creo que puedo ser mejor persona cada día...
Creo que puedo ser mejor hacía los demás...
Creo que seré tratado como trato a los demás...
Creo que aquí y ahora es el mejor momento de mi vida...
Creo que mi pasado es un cuento de hadas...
Creo que mi futuro es un sueño por volverse realidad...
Creo que siempre habrá alguien que me dará espacio en medio del tráfico...
Creo que mi sangre está hecha de azúcar...
Creo que mi familia está hecha de ángeles...
Creo que la tristeza es una pequeña alegria...
Creo que la alegria es vida...
Creo que alguien especial me ama...
Creo que amo a alguien muy especial...

CREO QUE PUEDO CREER...

3.12.2010

El primer paso

Uno de los peores sentimientos que a mi parecer el ser humano puede llegar a sentir es el de la incertidumbre, al punto que lo podría llegar a relacionar como la raiz de todos los miedos; o igual lo podría colocar como mi imaginario de lo que es el infierno.

Por qué colocarlo en dicho nivel, no será que estoy exagerando su importancia y que tal vez me debería de concentrar en otros detalles mejor. Trataré de explicar mis razones, después de eso tal vez algunos de ustedes, amigos mios, decide acompañarme, o mejor aún, corregirme.

Por definición encontramos que incertidumbre se refiere a "falta de certidumbre" y certidumbre aparece como sinónimo de "certeza". En otras palabras, incertidumbre lo podemos definir como "falta de certeza" (definiciones obtenidas del diccionario de la Real Academia Española - http://www.rae.es/rae.html -)

La mejor manera para explicarme sería a través de un ejemplo. Imaginemos un escenario donde vamos caminando en medio de un bosque ya caída la noche, la única compañia que tenemos son nuestros pensamientos, porque para ese momento ya hasta nuestra propia sombra nos ha abandonado. Damos un paso tras otro, siendo lo más cuidadosos posibles, tocando únicamente lo suficiente como para no perder el camino que todavía no encontramos o que poco conocemos. Un ambiente realmente poco amigable y acogedor, un lugar donde pienso nadie quisiera estar. Qué sería lo que más temor les daría en tal situación? Cuál sería la pregunta que más rondaría nuestras cabezas?

Traslademonos a un ambiente más amigable y conocido. Nos movilizamos en un medio de transporte público, viendo por la ventana pasar miles de vidas paralelas a las nuestras y acompañado por un pelotón de extraños cada uno sumergido en sus propias conversaciones internas. Tratando de acelerar un poco el pasar del tiempo, nos dejamos llevar por los sueños y vemos, sentimos, vivimos, todos esas cosas y momentos que deseamos. Finalmente, como muchas otras cosas en la vida, a través de un susto regresamos a la realidad. Cuál es el susto que nos trae de regreso? Qué es lo que realmente nos impide salir a luchar por alcanzar esos sueños?

O quiza un ambiente más romántico. Aquella princesa que sin ningún esfuerzo nos ha robado el corazón con sonrisas y miradas. No hace falta más que sentir su presencia para perder cualquier sentido del tiempo o el espacio. El sentimiento es mutuo, el aire transmite enamoramiento. Sin embargo, la pregunta se mantiene: Será que quiere estar conmigo? Será que quiere ser mi novia? Un temor que causa emoción, pero que no deja de ser temor.

El eje que atravieza las tres situaciones es el hecho de no saber que está por venir. Aquello que tememos es a aquello que no conocemos.

Resolvamos ahora las intrigantes. En nuestra caminata en el bosque, no es que le temamos a algo en específico (cierto animal o cierta planta) sino que le tememos a todo en general, le tememos a ese imaginario de que algo malo pueda pasar. Le tememos a todo lo que podría ser. Le tememos a la oscuridad de la noche, y al mismo tiempo a cualquier tipo de luz que podamos ver. Le tememos a la soledad y al mismo tiempo a la compañia.Le tememos a que esto nunca acabe y al mismo tiempo a que acabe muy pronto y de mala manera.

Cómo podríamos no tener incertumbre de nuestro futuro? Es el espacio donde más incertidumbre podemos encontrar, y por consiguiente aquello a lo que más le podemos temer. Y si nuestros sueños no se cumplen? O no digamos, y si nuestros sueños si se cumplen? Que nos queda después del futuro, como saber si podré sobrevivir al fracaso. Quién me aseguraría que no perderé si ganos, o ganaré si en realidad pierdo.

No nos olvidemos de la pregunta matadora: Qué me dirá? Repito, aún cuando es un miedo que nos causa emoción, no deja de ser un miedo.

Irónicamente diré: Que miedo vivir en un mundo de incertesas!

Ahora, agradecidos pienso que deberíamos de estar al ver notado esto a tiempo, así podremos dedicar un tiempo a buscar el antídoto. Mucha plática nos queda por delante, agradezco que no hayan bostesado hasta ahora.

Hasta pronto...