Me gustaría compartir una de las cosas que he logrado aprender en estos días de mi vida. Podría decir que fueron el resultado de profundo análisis y meditación, acompañado de conversaciones filosóficas y discusiones eternas. Si, lo puedo decir y creerlo. Sin embargo, me gustaría dejar un espacio, un gran espacio, para la iluminación divina y celestial. Él, que siempre sabe cuando es el momento adecuado para darnos un regalo más. En esta ocasión, el regalo fue para mi.
Cómo casi todo en el mundo del pensamiento, su comienzo está en una pregunta: por qué algunos deseos llegan a cumplirse y otros se quedan como anhelos imposibles y sonrisas robadas. Qué hacen esas personas que pareciera alcanzan todo con tal facilidad. Qué toque tienen que sus sueños son más posibles. Qué magia albergan que los coloca más cerca de su anhelada realidad.
Sería raro que la respuesta estuviera escondida en complicadas formulas y pensamientos abstractos. En verdad, tales respuestas normalmente se encuentran escondidas en los más sutil y obvio. Se encuentran en aquellas cosas que vemos todos los días, pero que no notamos. Muchas veces es más simple de los esperado.
En verdad, la vida es simple...
Los consejos de los sabios y de aquellos personajes que han roto el tiempo con sus acciones nos ha dado la respuesta, y sin embargo hemos prestado oídos sordos a los mismos. Es por eso que estamos condenados a aprenderlo por nosotros mismos. Hemos puesto nuestra felicidad en la línea por esas cosas que podríamos haber esperado, y que desafortunadamente decidimos ir detrás de ellos.
Qué es el deseo. En una sencilla explicación podríamos decir que es ese anhelo que surge cuando se nos presenta la oportunidad de ser más felices. No existe ningún daño en hacerlo, pues para amar a los demás primero debemos amarnos a nosotros; y para dar felicidad, primero debemos ser felices nosotros.
Pensaría que los más perspicaces ya habrán notado el detalle que hace la diferencia: "la oportunidad de ser MÁS felices". Lo denoto con letras mayúsculas para hacerlo más obvio aún. Como ya mencionamos, no esta mal el desear, no esta mal el buscarlo; lo que si esta mal es poner toda nuestra felicidad en eso que aún no tenemos.
En el momento que toda nuestra felicidad depende de eso que queremos obtener, el castigo de la vida será alejarlo y alejarlo de nosotros; hasta que estemos dispuestos a ser felices con lo que actualmente somos y tenemos, o hasta que nos destruyamos con tal persecución.
El peligro del desear es que existe una línea fina y delgada que lo separa de convertirse en un afán.
El amor y sus formas nos muestran un gran ejemplo. Para un hombre, es común ser la parte que inicia y motiva cualquier tipo de relación romántica. Con una sonrisa digo que la insistencia muchas veces puede confundirse con acoso. Eso es un tema aparte. Regresando al tema, he presenciado muchas veces como un jovén persigue a la chica de sus sueños, ofreciéndoles serenatas, rosas, cenas, películas, entre muchos otros detalles. Y mientras más la persiguen, más resistencia pareciera mostrar la otra parte. Y esto continua, y continua al punto que lo he visto perderse y ser personas completamente diferentes.
Lo gracioso, es que muchas veces cuando se pierde el interés porque la derrota pareciera inevitable, es cuando se empieza a ganar el amor y el cariño de la otra parte.
Cuál fue la gran diferencia? Que se le demostró a la otra persona que se deseaba estar con ella (el), pero que mi felicidad y mi forma de ser no iba a depender de ella.
Saliendo de los ejemplos ridículos...
Esta bien desear un carro más nuevo, pero todavía disfruto salir a caminar por la noches en mi barrio tranquilo lleno de perros que me han perseguido más de una vez...
Esta bien desear viajar a Roma para ver todas sus maravillas, pero el lago de Atitlán no deja de impresionarme cada vez que lo visito...
Esta bien desear una casa de mil cuartos y piscina, pero mi pequeño cuarto sigue siendo mi fortaleza donde surgen pensamientos, sueños y proyectos...
Esta bien desear... pero soy feliz con lo soy y tengo ahora.
En el momento que toda nuestra felicidad depende de eso que queremos obtener, el castigo de la vida será alejarlo y alejarlo de nosotros; hasta que estemos dispuestos a ser felices con lo que actualmente somos y tenemos, o hasta que nos destruyamos con tal persecución.
El peligro del desear es que existe una línea fina y delgada que lo separa de convertirse en un afán.
El amor y sus formas nos muestran un gran ejemplo. Para un hombre, es común ser la parte que inicia y motiva cualquier tipo de relación romántica. Con una sonrisa digo que la insistencia muchas veces puede confundirse con acoso. Eso es un tema aparte. Regresando al tema, he presenciado muchas veces como un jovén persigue a la chica de sus sueños, ofreciéndoles serenatas, rosas, cenas, películas, entre muchos otros detalles. Y mientras más la persiguen, más resistencia pareciera mostrar la otra parte. Y esto continua, y continua al punto que lo he visto perderse y ser personas completamente diferentes.
Lo gracioso, es que muchas veces cuando se pierde el interés porque la derrota pareciera inevitable, es cuando se empieza a ganar el amor y el cariño de la otra parte.
Cuál fue la gran diferencia? Que se le demostró a la otra persona que se deseaba estar con ella (el), pero que mi felicidad y mi forma de ser no iba a depender de ella.
Saliendo de los ejemplos ridículos...
Esta bien desear un carro más nuevo, pero todavía disfruto salir a caminar por la noches en mi barrio tranquilo lleno de perros que me han perseguido más de una vez...
Esta bien desear viajar a Roma para ver todas sus maravillas, pero el lago de Atitlán no deja de impresionarme cada vez que lo visito...
Esta bien desear una casa de mil cuartos y piscina, pero mi pequeño cuarto sigue siendo mi fortaleza donde surgen pensamientos, sueños y proyectos...
Esta bien desear... pero soy feliz con lo soy y tengo ahora.