Despertó. Empezaba un día corriente y normal para el mundo y su tiempo, pero para él y lo que sabía en su corazón, hoy sería el último día en su vida.
Vió todo a su alreadedor, cada cosa exactamente en su lugar, ordenado e impecable. Tuvo la tentasión de levantarse y cambiar algunas cosas de lugar, residuos de una persona ya desaparecida. Pensó que con eso haría de aquel momento y lugar algo especial. Luego recordó que no se necesitaba de una cambio realmente para hacer algo especial, muchas veces solo se necesita contemplar lo especial que eso ya es en sí mismo. Y asi lo hizo, y se sintió feliz.
Todo estaba en su lugar. Incluso la obligada ausencia de su compañera de vida, ausencia causada por una costumbre familiar de levantarse temprano y aprovechar cada minuto para hacer algo productivo. Siempre lo admiré. Nunca fue algo que haya reprochado, eso, entre muchos otras cosas, fue lo que la hizo convertirse en su ayuda idonea. Además, siempre se preocupó por dejarle un tierno beso en la frente y su tan distintivo calor al lado de la cama, el cual lo engañaba lo suficiente para continuar durmiendo unos minutos más.
Después de unos primeros valiosos minutos de reflexión, decide levantarse. Su estómago ya empieza a tomar vida propia. La rutina de la mañana había sido hasta ahora el momento más difícil del día a día. Pero en este día, este último día, una rara alegría lo movia. El levantarse no fue para nada difícil. Con seguridad una señal de que todo debía terminar con broche de oro.
Una rápida visita al baño para hacer lo necesario para disimular la cara y mejorar la imagen, es que hay ciertas conquistas que nunca deben terminar.
Al llegar al área de comedor, es inevitable guardar esa sonrisa al notar ese detalle que varias veces había hecho de menos: todo estaba listo y preparado. Delicioso manjar! Algo que siempre había delatado su lugar de origen sin imporar al lugar que fuera: los ricos huevos revuletos con frijoles negros, acompañados de crema, queso seco y unas tortillas de maiz tostadas. Alguna vez escuchoque cuando buscáramos aquellos elementos que nos identificaban con nuestra tierra, pensaramos en primer lugar en su comida. - Que ridículo- se dijo en esa época -cuantas cosas más profundas e interesantes hay, cómo nos vamos a preocupar por la comida? - Con la misma sonrisa con la que había empezado, pensó para sí: "ahora entiendo".
La vió entrar. Debe estar todavía enamorado. La verdad siempre se preguntó cómo ella no solo había logrado alcanzar la misma conquiesta que él, sino también manatener su energía y su belleza. Y que belleza! Otra de sus especialidades había sido el arreglarse de una forma tan irresistible que siempre deseaba verla un poco más, entre otros deseos.
Admitió para sí mismo que muchas veces ese fue uno de sus principales problemas, ya que no eran sus ojos los únicas que buscaban verla. Le resultó gracioso. Ahora todas esas frases y argumentos que había utilizado en sus discusiones perdían sentido:
-No es de tí que yo dudo, es de las intensiones de los tontos que se te acercan de las no estoy seguro -
Clásico! Que gran demostración de confianza! Al final no dudó que del que sentía verdadera desconfianza era de él. Igual ella lo amó todo este tiempo.
- Buenos días -
- Buenos días mi amor -
- ¿Cómo amaneciste hoy? Peleando por lo que veo -
No le gustaba que sus pensamientos se empezaran a escapar por su boca, y lamentablemete sucedía más seguido de lo pensado. Después de una sonrisa inocente por haber sido descubierto, siguío con la plática como si nada hubiera pasado.
- Amanecí muy bien gracias, y ¿tú qué tal? -
- También, gracias por preguntar -
Aún cuando llevaban ya mucho tiempo de estar juntos, esa cortesía nunca había desaparecido. Tal como dos extraños que acababan de conocerse. Hay conquistas que nunca han de terminar.
La conversación continuó con la fluidez que les pertenecia. Nada demasiado profundo que les robará la tranquilidad, pero tampoco superficial que les robara el interés. Lo importante al final era todo aquello que no se dice: una mirada que dice "TE AMO", otra que responde "YO A TI".
La rutina matutina transcurre con normalidad, tratando de ocupar el tiempo en mil y una actividades para evitar vegetar. Aún sabiendo que hoy es el último día, él no planeó nada fuera de lo normal. Sin embargo, todo se convierte en algo más especial.
Ella por ejemplo, tiene un brillo nuevo. Es como si ella también supiera que es el último día, pero en lugar de escoger el luto y la tristeza, escogió el gozo y la alegria. Su sonrisa era más esplendida, su pelo más brillantes, su piel más suave, sus miradas más tiernas, su besos más dulces.
- Gracias -
Que graciso! Sin duda hay una conspiración de su cuerpo hacía él. Las cosas que quiero tener en secreto salen expulsados de su boca como rechazando la peor enfermedad; y las cosas que quisiera decir las guarda como el máximo tesoro jamás encontrado.
"Está bien amor mio, hagamos lo que teniamo planeado hacer hoy. Solo déjame despedirme de tí. No podría decirte que te voy a extrañar, que te voy a pensar, que te voy a esperar, porque sencillamente desconozco lo que será. Lo que si te puedo decir es que fuiste mi vida y eres mi amor. Tú me ayudaste sin saberlo a cumplir el sueño tan añorado que me propuse; fuiste mi fuerza, fuiste mi esperanza, fuiste mi milagro. No pediré perdón ni te pediré que tu lo hagas, solo te digo que por todo lo que fuiste, por todo lo que eres y por todo lo que serás... mi corazón es completamente tuyo."
Por supuesto, ni una palabra realmente salió de su boca.
La mañana pasa rápidamente entre tanta distracción. Nada importante realmente, pero que ayudan a quitar cualquier sentimiento de inutilidad. También logra quitarle al momento de almuerzo su respectivo encanto. Muchas cosas pendientes por hacer.
"Muchas cosas pendientes por hacer"
La pesades gana la batalla y lo sumerge en una red de pensamientos que trazan el camino para un estado de tristeza y miedo. Se perderá de muchas risas, chisters, carcajadas, lágrimas, peleas, problemas, reuniones, momentos de soledad, noches oscuras, días brillantes, lunas llenas, navidades, cumpleaños...
- En qué piensas? -
Descubierto de nuevo. Se preguntó si sería demasiado obvio o si ella habría desarrollado alguna especia de sexto sentido todo este tiempo que han estado juntos.
- En nada -
Una gran mentira. Era completamente lo contrario: estaba pensando en todo. Pero es una respuesta que no deja tan insatisfecho al que pregunta y protege el alma del que responde. Sin embargo, este llevaba un "gracias" implícito, un gracias por rescatarlo de la espiral en la que se había caído. Siempre estuvo ahí para sus momentos de debilidad.
Sin embargo, se aventuró de nuevo a pensar.
(Fin... hasta ahora, no sé si continuará)