10.17.2011

Debo confesar que he tenido miedo...

Hoy deseo declarar al mundo que mas de alguna vez en mi vida, he temido. Estos temores han sido variados, presentándose en distintos tamaños, colores, sabores, caras y momentos. Casi nunca he logrado prevenir algún momento de temor, pero si he crecido en el asunto: ahora incluso temo el llegar a temer.

Aunque todos mis temores se resumen en uno solo - el temor a la incertidumbre, ese miedo al que será y tema que ya hemos tratado anteriormente - el día de hoy quisiera ser un poco más específico, ir más hacía los detalles; finalmente me permitirán proponer mi táctica y estrategia para salir victorioso de esta lucha, no única, pero si muy personal.

He tenido miedo al fracaso, nunca he querido fallarle a mis padres, a mis amigos, a mis jefes, a mis maestros, incluso a los desconocidos que son parte de mi vida por tan solo un instante. He temido el perder mi vida, el morir. Morir a través de olvidar mi pasado, morir a través de no ser capaz de percibir mi presente o morir a través de descuidar mi futuro. He vivido con el pavor de perder las cosas que me han costado trabajo (o que le han costado trabajo a las personas que se preocupan por mí). 

Principalmente, mi miedo a la incertidumbre se presenta con su apellido: tengo miedo a perder!

Qué pasaría si pierdo a mis padres, a mis hermanos? Acaso podría ver que existen muchos otros que me estiman y se preocupan por mí; Qué pasaría si ya no tuviera mi televisión y mi PlayStation? Podría dedicarle más tiempo a estar con mis amigos, que fue el propósito de las compras en primer lugar; Qué pasaría si ya no tuviera mi carro, o si de un día para otro, dejara de ser supervisor de calidad? Creo que podría caminar apreciando conocer cada uno de los lugares, y sin duda, podría dedicar más tiempo a las cosas importantes de mi vida. Que pasaría si la dejara ir y perdiera su amor? Podría entonces alejar la soledad que ha traído el tratar de mantenerla cerca; Qué pasaría si un día dejara de ser lo que soy, y me convirtiera en nada.


10.14.2011

La despedida, palabras que nunca escucharás...

Te pensé de nuevo mientras iba en el tan frecuente recorrido del trabajo hacía mi casa. Me encontraba con la mirada perdida mientras avanzaba vuelta a vuelta en el río de carros, que sin ellos pensarlo, me hacían compañía en un momento de iluminación y claridad. 

Te encontré en ese espacio donde hemos tenido las conversaciones más importantes de nuestras vidas, de las cuales no creo que hayas estado presente en alguna de ellas. Aún con esa verdad, una conversación más se iba a sumar a nuestra historia, con la esperanza de ser la última en nacer.

Te lloré por la distancia, te lamenté por tu lejanía, pero nunca llegue a derramar una lágrima por decirte adiós. El momento llego. Era hora que esas palabras que habían estado rebotando en mi mente y que arrugaban mi ceño, encontrarán ese escape en el sonido de mi voz; y que tus oídos no estuvieran cerca para escucharlas, mi corazón era el verdadero interesado, y este guardaba completa atención.

"Hasta nunca"

No fue difícil, pero mi voz se quebró y mis ojos se nublaron. Pueden ser manifestaciones engañosas, todavía no logro definir si fueron de alegría o de dolor.

"Ya no tendré los arranques de rabia que alguna vez mostré, ni verás mi cara de tristeza al tenerte cerca pero al mismo tiempo lejos. Seguiré a la par tuya, pero hoy mi amor se despide para siempre. Por qué preguntas. La lista es numerosa, pero puedo empezar con decirte que me cansé de estar pagando los platos rotos de otra persona, esa fanfarrón que no te supo valorar y que ahora te obliga a repetir su historia de villano conmigo. Puedo agregar que me di por vencido en intentar conquistar un trozo de tu corazón, pero ya todo estaba ocupado para cuando yo aparecí."

Un suspiro marca un pequeño descanso entre nosotros. Todavía no entiendo completamente si fue de alivio o de tristeza.

"Finalmente logre escucharte, nos dijiste mayor verdad que cuando me dijiste que solo mentiras podías ofrecerme. Finalmente te puse atención, las miles de indirectas y mensajes sin respuesta que me decían - no eres lo que quiero-"

Un tonto se atraviesa en el camino, obligándome a regresar a la realidad por un momento. El tiempo ha volado y el camino es cada vez más corto. Pero estas palabras no pueden quedar inconclusas. Sin mayor esfuerzo, logro regresar a nuestra cueva.

"Te amé, te busqué, te perseguí, te soñé, te deseé, te sentí, te escuché, te esperé, te... hoy eres libre de mi, aún cuando siempre lo hayas sido siempre. Hoy eres libre de hacer lo desees y estar con quien tu quieras. Siempre estaré ahí, pero te deseo lo mejor: que encuentres a ese alguien que te hará feliz, que te consentirá, quien te hará sentir con orgullo para presentarlo a tus papás, que no dudará en dar mil caricias cada día, ese que será tu compañero en la malas, en las buenas y en las mejores, que te amará sin condición y que verá tu amor en los tuyos."

El último semáforo. Ha estado lloviendo sin cesar por los últimos días. Las noticias reportan más de 20 muertos y miles de damnificados. Los daños a las carreteras y puentes son contados en millones de quetzales, inundaciones por aquí y por allá, charcos y hoyos en todos lados. Ni eso, ni la música de Ricardo Arjona o Perrozompopo logró interrumpir lo que debía de ser.

"Hoy eres libre de mi, pero más importante..."

Cuatro gotas en mi parabrisas me ayudan como redoblantes a hacer este momento más intenso.

"Hoy soy libre de ti. Hasta nunca"