Un tema que pasa por la mente de muchos, especialmente en esta época, es el tema del dinero. En mi país muchos esperan el tan ansiado Aguinaldo, el treceavo salario de catorce que se pagan en un año (el otro se conoce como Bono 14). Siendo yo un trabajador más, he de decir que no me escapo de compartir esa emoción; uno empieza a fantasear con las cosas que podrá comprar (o que podrá pagar) cuando ese dinero extra entre en nuestro bolsillos.
Es impresionante como uno puede darle una segunda ojeada a todos los gastos que uno ha hecho durante el año, y ver que casi todo lo que ingresa, de alguna forma u otra, encuentra una salida. Cosas que necesitamos, cosas que deseamos o cosas que no caen en ninguna de las dos categorías anteriores.
Luego, pensando en elefantes rosados, durante una prédica escucho el tan trillado tema del diezmo. Rápidamente surge la pregunta en mi mente: cómo hay personas que pueden dar el 10% de su ingreso, cuando muchas veces a mi no me llega a alcanzar en el mes a mes? Qué habrá tenido en mente Dios (mis creencias creo que son obvias) cuando estableció ese mandato? Habrá querido decirnos algo? O como muchas líneas de pensamiento establecen, fue un mero capricho?
Me gustaría agregar que no es que dentro de mis gastos tenga muchas responsabilidades; no vivo en ningún momento sufriendo por estirar mi salario para mantener una familia, ni para pagar apartamento o la comida de todos. Por egoísta que suene, mucho de mi ingreso va destinado a mantener mis gustos (y lujos) a los que tontamente me he acostumbrado.
En ningún momento me creo poseedor de la verdad absoluta o de la forma como deben ser las cosas. Sin embargo, si he de decir que tengo la facilidad de convertir muchas cosas en algo que es práctico y real, algo que puede de alguna forma entenderse más fácilmente.
Los conceptos de economía son bastante claros: la persona que más tiene, es aquella que logra gastar menos de lo que ingresa. Muchas personas que viven cómodamente, dirán siempre que uno de sus mayores atributos, fue la habilidad de ahorrar. Y es con este concepto que yo logro entender la lógica detrás del diezmo. En realidad, si nosotros no tenemos la habilidad de cubrir nuestros deseos y necesidades con un 90% de lo que recibimos, muchas veces un 110% tampoco nos será suficiente.
Nos hemos acostumbrado a vivir al límite, pareciera que nos da cierta emoción. Si tenemos un salario de $1000, de antemano hacemos los cálculos para gastar aproximadamente cada centavo: necesito mi café de todos los días para despertar, las gasolina del mes para mi carro, las salidas con los amigos, la universidad, el Internet, la computadora a cuotas... total $999. Que exactitud!
Pero que pasará con todo lo que no planeamos? Ummm... siempre quise ir a este concierto, $50 extra! Ya ahí quedamos en deuda... y a empezar a sufrir los miedos de no cubrir las facturas venideras.
Se nos dijo, debes dar el 10%, porque el 90% debe ser suficiente. Y si en algún momento deseas estar cómodo y con tranquilidad, ese porcentaje debe ser mayor.
Y al final, como ya es costumbre, la pregunta se reduce siempre a una: qué tanto necesito para ser feliz?
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